Este fin de semana he estado en Madrid, y no he tenido tiempo de escribir mis posts para el blog. Así que voy a ilustrar esta entrada con las fotos que hice mientras cocinaba una deliciosa fabada asturiana, regalo de mi gran amiga de esas tierras norteñas.
Aquí van las fotos con la receta:
Se ponen en remojo las fabes durante no más de ocho horas si son viejas, o menos
si son del año.
Se lavan el chorizo y la morcilla para quitarles el sabor del ahumado, y se pone
en remojo la panceta.
En una cacerola baja se echan las fabes cubiertas de dos dedos de agua.
Se llevan a ebullición cinco minutos con la tapadera puesta y espumamos.
Se templa aceite en una sartén aparte y se añade junto con el azafrán. Se pone la panceta
al fondo para no romper las fabes. Se dejan cocer otros cinco minutos con la tapadera
puesta y se espuma. Se echan el chorizo y la morcilla. Se hierven otros cinco minutos y
se espuma de nuevo. Se cuece a fuego lento durante dos o tres horas manteniendo
cubiertas las fabes en todo momento de agua.
Si el nivel de agua desciende más de la cuenta, añadir más agua fría. A esto se le denomina
«pasmar les fabes o asustales».
Mover la olla para que no se pegue. No utilizar ningún tipo de cuchara para remover
durante la cocción.
Finalmente, ¡DEGUSTAR!
Y la pregunta es, ¿qué tiene que ver esta deliciosa receta con el flash? La verdad es que me apetecía hacer fotos del proceso durante esta tarea culinaria. Para ello, utilicé la cámara réflex con el flash en la zapata auxiliar girado y rebotando hacia el techo de la cocina, que es blanco. Esta posición del flash hace que el techo se convierta en una enorme ventana de luz que, como podéis observar, da una luz difusa muy uniforme y con sombras muy poco definidas, ideal para una fotografías que nos permitan ilustrar con cierta calidad una receta de cocina sin estropear la comida ni utilizar una iluminación muy elaborada.
Este post está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.
Deja una respuesta